El Hombre de Sidrón formaba una raza humana aparte y diferente de los otros homínidos como los encontrados en el valle alemán de Neanderthal, según las más recientes investigaciones. La raza de Sidrón era de cabeza y cara ancha y más corta que otros individuos de la misma especie. Ese retrato anatómico del linaje asturiano forma parte de las conclusiones obtenidas por los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que estudian los fósiles de la cueva piloñesa. Con este trabajo, que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista científica «Journal of Human Evolution», se da un paso más en el conocimiento de las singularidades anatómicas del esqueleto craneal, al tiempo que permite estudiar la variación dentro del mundo de los neandertales, y constatar la existencia de diferentes tipos de poblaciones. Los científicos no descartanq ue en los miles de años de convivencia con los sapiens, estas dos razas se pudieran mezclar en el actual territorio asturiano.
Para llegar a esta información se han centrado en el estudio del hueso occipital (cráneo) y para ello han contado con tres huesos procedentes de la cueva, dos de individuos masculinos jóvenes y uno de un niño. Lo primero que se ha observado es que su morfología tiene las características típicas de la especie neandertal. También ha servido para corroborar que los individuos de esta especie morían jóvenes. En el caso de los dos adultos a los que pertenecen los restos estudiados se ha comprobado que pertenecían a dos jóvenes que fallecieron poco después de la adolescencia.
Los estudios centrados en la anatomía son cruciales para obtener información del desarrollo evolutivo de la especie, y para conocer las diferentes líneas evolutivas que desarrolla en función del espacio geográfico donde vive. En anteriores trabajos, los expertos ya avanzaron la posibilidad de que existieran diferencias entre las poblaciones neandertales del Norte y del Sur de Europa.
El paleoantropólogo Antonio Rosas no se decide aún a vincular los rasgos de cabeza más corta y ancha de los individuos de la cueva asturiana con rasgos característicos de poblaciones del Sur. No hay información suficiente para suscribir esa teoría. Además tampoco descarta que esta sea «una singularidad única de la especie asturiana». «La respuesta no la tenemos clara, pero lo que si hemos podido observar es que los caracteres son de aspecto primitivo y los occipitales también lo parecen».
Cuando los expertos hablan de primitivos quieren decir que aparentan más años de los que los análisis cronológicos les atribuyen. En el caso de Sidrón, las dataciones le asignan una edad algo superior a los 43.000 años, pero desde un principio los investigadores encontraron rasgos arcaicos propios de fósiles más antiguos. Algo de eso pasó con el estudio de las dos primeras mandíbulas realizado por Emiliano Aguirre y Antonio Rosas poco después de que se conociera la existencia de los fósiles. En aquellos primeros momentos, ambos aconsejaron la realización de dataciones pero ya subrayaban su aspecto primitivo. La comparación con otras mandíbulas procedentes de otros yacimientos europeos les inclinó a incluirlas dentro del grupo de los neandertales clásicos, es decir, consideraron que podían pertenecer a individuos que vivieron hace 100.000 años. Después las dataciones contradijeron lo que el aspecto decía y su edad se rebajó.
Con la publicación de este trabajos, las investigaciones dan un paso más para que la cueva de Sidrón siga siendo un referente en el conjunto de estudios de la especie neandertal. «Se trata de un trabajo más de una serie que espero que sea larga y que deberá centrarse en todos los elementos anatómicos del hombre de Sidrón», afirma Rosas.
Su intención es llegar a publicar estudios de todos los huesos, una forma más de ir completando las muestras y con ellas los esqueletos de cada uno de los individuos que formaron el grupo que habitó en la falda del Sueve. Serán trabajos de especialidad y de detalle de cada una de las regiones anatómicas del cuerpo que irán acompañados de los de morfometría geométrica y antropología virtual.
Para llegar a conocer la estructura anatómica de la especie hace falta un proceso laborioso como el que se ha dado en este caso. El hueso occipital más completo de los localizados en la cueva, el conocido como SD-1219, tuvo que someterse a minuciosos trabajos de consolidación y restauración, a los que siguieron los estudios comparativos y anatómicos que permitieron conocer bien sus características. Gracias a ese conjunto de actuaciones hoy podemos saber que los individuos de la cueva de Sidrón tenían características peculiares y diferentes de otros neandertales.
Un hueso celebrado
El occipital es un hueso de la base del cráneo que los arqueólogos localizaron hace algunos años en la cueva de Sidrón (Piloña). El hallazgo produjo gran satisfacción entre los investigadores por la menor presencia de restos del cráneo que habitualmente y debido a su fragilidad se localizan en las excavaciones.
El fósil fue presentado con todo lujo y asistencia de políticos en la propia entrada de la cueva. Era su primer acto público pero no el último. Su presentación definitiva acaba de celebrarse con la publicación de su más completo estudio en la revista científica «Journal of Human Evolution». Entre una y otra puesta de largo hay un serio y laborioso estudio realizado por los investigadores del CSIC.
Los resultados de ese trabajo dan a conocer nuevos datos de los homínidos que vivieron en Piloña, como que morían jóvenes y que tenían la cabeza y la cara más ancha y corta que otros homínidos europeos. El Hombre de Sidrón ya está reconocido científicamente como una raza humana diferente a los otros homínidos europeos.
Para llegar a esta información se han centrado en el estudio del hueso occipital (cráneo) y para ello han contado con tres huesos procedentes de la cueva, dos de individuos masculinos jóvenes y uno de un niño. Lo primero que se ha observado es que su morfología tiene las características típicas de la especie neandertal. También ha servido para corroborar que los individuos de esta especie morían jóvenes. En el caso de los dos adultos a los que pertenecen los restos estudiados se ha comprobado que pertenecían a dos jóvenes que fallecieron poco después de la adolescencia.
Los estudios centrados en la anatomía son cruciales para obtener información del desarrollo evolutivo de la especie, y para conocer las diferentes líneas evolutivas que desarrolla en función del espacio geográfico donde vive. En anteriores trabajos, los expertos ya avanzaron la posibilidad de que existieran diferencias entre las poblaciones neandertales del Norte y del Sur de Europa.
El paleoantropólogo Antonio Rosas no se decide aún a vincular los rasgos de cabeza más corta y ancha de los individuos de la cueva asturiana con rasgos característicos de poblaciones del Sur. No hay información suficiente para suscribir esa teoría. Además tampoco descarta que esta sea «una singularidad única de la especie asturiana». «La respuesta no la tenemos clara, pero lo que si hemos podido observar es que los caracteres son de aspecto primitivo y los occipitales también lo parecen».
Cuando los expertos hablan de primitivos quieren decir que aparentan más años de los que los análisis cronológicos les atribuyen. En el caso de Sidrón, las dataciones le asignan una edad algo superior a los 43.000 años, pero desde un principio los investigadores encontraron rasgos arcaicos propios de fósiles más antiguos. Algo de eso pasó con el estudio de las dos primeras mandíbulas realizado por Emiliano Aguirre y Antonio Rosas poco después de que se conociera la existencia de los fósiles. En aquellos primeros momentos, ambos aconsejaron la realización de dataciones pero ya subrayaban su aspecto primitivo. La comparación con otras mandíbulas procedentes de otros yacimientos europeos les inclinó a incluirlas dentro del grupo de los neandertales clásicos, es decir, consideraron que podían pertenecer a individuos que vivieron hace 100.000 años. Después las dataciones contradijeron lo que el aspecto decía y su edad se rebajó.
Con la publicación de este trabajos, las investigaciones dan un paso más para que la cueva de Sidrón siga siendo un referente en el conjunto de estudios de la especie neandertal. «Se trata de un trabajo más de una serie que espero que sea larga y que deberá centrarse en todos los elementos anatómicos del hombre de Sidrón», afirma Rosas.
Su intención es llegar a publicar estudios de todos los huesos, una forma más de ir completando las muestras y con ellas los esqueletos de cada uno de los individuos que formaron el grupo que habitó en la falda del Sueve. Serán trabajos de especialidad y de detalle de cada una de las regiones anatómicas del cuerpo que irán acompañados de los de morfometría geométrica y antropología virtual.
Para llegar a conocer la estructura anatómica de la especie hace falta un proceso laborioso como el que se ha dado en este caso. El hueso occipital más completo de los localizados en la cueva, el conocido como SD-1219, tuvo que someterse a minuciosos trabajos de consolidación y restauración, a los que siguieron los estudios comparativos y anatómicos que permitieron conocer bien sus características. Gracias a ese conjunto de actuaciones hoy podemos saber que los individuos de la cueva de Sidrón tenían características peculiares y diferentes de otros neandertales.
Un hueso celebrado
El occipital es un hueso de la base del cráneo que los arqueólogos localizaron hace algunos años en la cueva de Sidrón (Piloña). El hallazgo produjo gran satisfacción entre los investigadores por la menor presencia de restos del cráneo que habitualmente y debido a su fragilidad se localizan en las excavaciones.
El fósil fue presentado con todo lujo y asistencia de políticos en la propia entrada de la cueva. Era su primer acto público pero no el último. Su presentación definitiva acaba de celebrarse con la publicación de su más completo estudio en la revista científica «Journal of Human Evolution». Entre una y otra puesta de largo hay un serio y laborioso estudio realizado por los investigadores del CSIC.
Los resultados de ese trabajo dan a conocer nuevos datos de los homínidos que vivieron en Piloña, como que morían jóvenes y que tenían la cabeza y la cara más ancha y corta que otros homínidos europeos. El Hombre de Sidrón ya está reconocido científicamente como una raza humana diferente a los otros homínidos europeos.
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